viernes, octubre 18, 2024
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Jóvenes mayas reviven saberes ancestrales en los solares

“Trabajar en el solar ayuda a los jóvenes a reconectarse con su entorno natural y su cultura. Además, las actividades al aire libre, como la jardinería, son terapéuticas y pueden reducir el estrés“

Los solares, espacios donde conviven diversas plantas y animales, actúan como microcosmos que reflejan esta interrelación.

En estos entornos se manifiesta una identidad etnoambiental que representa no solo la biodiversidad, sino también la sabiduría ancestral de comunidades mayas

Estos lugares son vitales para la preservación de conocimientos sobre el manejo sostenible de los recursos y la espiritualidad.

Sin embargo, la modernización y la globalización han impactado significativamente los solares en Yucatán.

La migración de jóvenes en busca de mejores oportunidades ha traído consigo nuevas ideas y prácticas agrícolas, creando un sincretismo cultural que puede enriquecer las técnicas de cultivo, pero también puede llevar a la pérdida de saberes tradicionales.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en 2021, aproximadamente el 30% de los jóvenes de comunidades rurales consideró migrar a ciudades.

Este fenómeno refleja un cambio en la identidad cultural, donde los conocimientos de los ancestros se enfrentan a nuevas realidades y desafíos.

A medida que los jóvenes regresan a sus comunidades, deben equilibrar estas influencias con la herencia cultural que han recibido.

Además, un informe del Centro de Estudios Migratorios muestra que las áreas rurales con alta migración presentan una reducción del 50% en la población joven en menos de una década.

Valiana Aguilar Hernández, originaria de Sinanché, ha desafiado las normas del sistema al emprender un camino hacia la recuperación de los conocimientos de sus ancestros.

Convencer a su pareja, Ángel Ku Dzul, de Ticul; de regresar a sus raíces no fue tarea fácil, pero juntos han logrado crear un solar donde cultivan diversas plantas y reviven prácticas agrícolas tradicionales.

Al habitar y trabajar en este solar, Valiana no solo se conecta con su herencia cultural, sino que también establece un ejemplo inspirador de cómo es posible combinar la sabiduría ancestral con las realidades contemporáneas.

“Soy hija de padres que migraron a Cancún gracias al boom de los 80. Antes de la pandemia, empecé a reflexionar sobre el futuro. Cuando supe que un megaproyecto eólico amenazaba con despojar casi 3,500 hectáreas en mi municipio, decidí, junto a mi pareja, volver a Sinanché. Esto no agradó a nuestros padres, que creían que salir de nuestros pueblos era mejorar la vida, pero para nosotros eso no era cierto”, señala Valiana.

Retorno

El regreso a Sinanché significaba para Valiana reconectar con su historia y sumergirse en los saberes de sus antepasados. Su abuelo trabajó en una hacienda henequenera, una parte de su legado familiar que ha sido frecuentemente negada. Sin embargo, ella busca reivindicar esa parte de su historia, reconociendo la complejidad de su herencia.

Llegar a Sinanché no fue un proceso sencillo. Valiana enfrentó una realidad difícil de aceptar: la lucha por adquirir un pequeño pedazo de tierra para vivir y trabajar.

Como mujer, las tradiciones limitan su derecho a la tierra, y el costo elevado de los terrenos, exacerbado por la gentrificación, complicó aún más la situación.

Sinanché se caracterizó por una alta de productividad de cultivo de henequén, pero el uso intensivo de la tierra para el henequén, junto con prácticas agrícolas no sostenibles, provocó una degradación del suelo.

Según la FAO, se estima que las prácticas agrícolas sostenibles pueden aumentar la producción de alimentos en 58% para 2050, lo que resalta la necesidad de regenerar estas tierras.

Para Valiana y Ángel, hacer que la tierra sanara y volviera a producir fue un desafío difícil, pero han aprendido a combinar la modernidad con tradiciones.

A pesar de los retos, ellos han aprendido a combinar la modernidad con las tradiciones. “Contactamos a amigos de Sotuta que han estado involucrados en este proceso de aprendizaje. Gracias a talleres, hemos aprendido a regenerar la tierra”, dice Valiana.

Su trabajo se enfoca en la regeneración de tierras degradadas por el cultivo intensivo de henequén, utilizando un sistema agroforestal sintrópico (creado por el agrónomo brasileño Ernst Götsch) que maximiza la biodiversidad y la interacción entre plantas, animales y microorganismos.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) reporta que estas prácticas pueden ayudar a restaurar ecosistemas degradados, aumentando la resiliencia frente al cambio climático.

“Cambiar la narrativa en las jóvenes es sumamente importante, eso de decirles que por vivir en un pueblo significa que será pobre y que tienes que salir para sobrevivir, es todo lo contrario, aquí hay mucho trabajo. Nosotros nos levantamos desde las 4 de la mañana para trabajar todo esto que ves y terminamos casi a las 9 de la noche, cansados pero satisfechos”, indica Valiana.

El solar no solo es un espacio de cultivo, sino también un lugar de aprendizaje sobre prácticas agrícolas sostenibles y saberes ancestrales. Este conocimiento puede empoderar a los jóvenes, brindándoles habilidades prácticas que pueden ser valiosas para su futuro.

Con información de Diario de Yucatán

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