domingo, septiembre 8, 2024
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¿Es bueno abrazar a un perezoso?

Con un rostro que parece sonreír y una necesidad fisiológica de aferrarse, este mamífero de movimientos lentos, originario de América Central y del Sur, ha sido objeto de frecuentes memes e inspiración de queridos personajes de animación. Pero últimamente los perezosos proliferan en la vida real, lejos de sus hábitats arbóreos. Se les puede alimentar, abrazar y fotografiar en parques de animales y tiendas de mascotas, a menudo a pesar de una procedencia poco clara y un cumplimiento poco estricto de las normas sanitarias y de seguridad.

Los perezosos se unen a los zorros fénec de grandes orejas y a los kinkajús con su carita de bebé como atracciones estrella en la creciente gama de locales donde las interacciones con animales —cuanto más exóticas y cercanas, mejor— sustentan el modelo de negocio. El número de estos exhibidores con licencia del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) casi se duplicó de 2019 a 2021, con más de mil perezosos inspeccionados anualmente en los últimos dos años. Según datos federales, ha aumentado el riesgo de muerte animal y de brotes de enfermedades. También lo han hecho las lesiones en humanos, así como las preocupaciones de los expertos y las agencias estatales.

“El deseo de proximidad —de tocar, de sentir la presencia inmediata de los animales— es muy antiguo”, comentó Nigel Rothfels, historiador que estudia los zoológicos. “Quizá estemos predispuestos a ello. Pero el acceso y la demanda han aumentado”.

Ya sea en un dudoso puesto de carretera (como en la serie documental Rey tigre) o en un ‘recorrido tras bambalinas’ de una institución bien establecida, los encuentros suelen acabar, a propósito, en las redes sociales. Esa visibilidad normaliza los abrazos a las criaturas, pero muchos expertos en animales dicen que no debería ser así.

Las investigaciones demuestran que mostrar las interacciones puede inducir a la gente a pensar erróneamente que los animales pueden ser mascotas o a preguntarse si realmente están en peligro de extinción. “En pocas palabras, ver animales en contacto con personas puede provocar creencias negativas sobre la vida silvestre y la conservación”, afirmó Sally Sherwen, directora de conservación de la vida silvestre y ciencia de Zoos Victoria, una red de conservación en Australia.

SeaQuest, una cadena nacional de acuarios interactivos, es una empresa que ha llamado la atención de reguladores y defensores de los animales. Tiene siete instalaciones, desde Folsom, en California, hasta Woodbridge, Nueva Jersey, en la mayoría de ellas hay perezosos. Y por un costo adicional, los visitantes pueden tocar ardillas voladoras, bucear con mantarayas o retozar con nutrias y ualabíes. Si los animales desean este tipo de comunión es otro asunto.

En una entrevista en video, Vince Covino, quien fundó SeaQuest en Boise, Idaho, en 2015, dijo que los animales que exhibe SeaQuest disfrutan del contacto humano, y que el modelo tradicional de “mirar pero no tocar” era anticuado. Afirmó: “Ha habido un estigma durante mucho tiempo: no toques a los animales; no les des de comer. ¡Silencio!, están durmiendo; no quieren interactuar con los seres humanos”, y añadió: “Yo no me lo creía”.

Pero, según dicen algunos zoólogos y muchos defensores de los animales, las especies silvestres no están preparadas para encuentros cercanos, por muy lindos que se vean en la etiqueta #slothsoftiktok. Una adolescente de Michigan lo aprendió en carne propia cuando fue mordida por un perezoso en 2023 en una tienda de mascotas exóticas que ofrecía interacciones semanales. “Tenía dos heridas punzantes y le sangraba el brazo”, contó su madre a los medios locales.

Los perezosos “tienen mandíbulas extremadamente poderosas”, dijo Sam Trull, zoólogo y director del Sloth Institute (Instituto del Perezoso), un refugio sin ánimo de lucro en Costa Rica. “Pueden romper huesos con sus dientes. La única manera de que no sean agresivos con la gente es separarlos de sus madres a una edad muy temprana”, para aclimatarlos al contacto humano.

Cuando los zoológicos públicos se pusieron de moda hace más de un siglo, los expositores permitían todo tipo de conexión entre humanos y no humanos. Más tarde, los animales fueron aislados por motivos de seguridad, antes de que se volviera a permitir el contacto en las últimas décadas, explicó Rothfels, autor de Savages and Beasts: The Birth of the Modern Zoo (Salvajes y bestias: el nacimiento del zoológico moderno). Algunos zoológicos se han replanteado la puesta en escena de esos encuentros desde la perspectiva de los peludos y los emplumados.

Los zoológicos y otras instituciones dependen de la participación humana para proteger a sus rebaños y comprender la grave necesidad de conservación. Pero Gray, jefe del zoológico australiano, dijo: “No hace falta tocar a todos los animales para sentirse enamorado de ellos”.

Información de: The New york Times en Español

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